Existe la creencia generalizada de que es así, y en gran medida es correcto. Se han realizado estudios en los que se ha comprobado que el arándano rojo dificulta la adherencia de ciertas bacterias, como la E. coli, a las paredes de los conductos urinarios o la vejiga, es decir, que dificulta la persistencia de las bacterias y su proliferación que conduce a la infección (la E. coli es la principal causa de infecciones urinarias en la mujer). Sin embargo, por razones poco claras, este efecto beneficioso de disminución del número de infecciones urinarias sólo se ha comprobado en determinados grupos de población, como mujeres con infecciones urinarias repetidas, niños y personas en general sometidas a procedimientos médicos en las vías urinarias, como radioterapia de vejiga. En otros grupos de pacientes, como personas ancianas internadas en centros residenciales o en embarazadas, no se ha podido comprobar este efecto beneficioso.