Cualquier bajada de impuestos en alimentos es beneficiosa, aunque sea transitoria. El precio del aceite de oliva subiría de nuevo por factores como:

1° Una demanda muy alta del mercado interno

2° Un aumento muy alto de las exportaciones

3° Una evolución agronómica desfavorable de la próxima cosecha (plagas, sequía, inclemencias atmosféricas, etc)

4° Un incremento inesperado de los costes de producción (fitosanitarios, fertilizantes, energía, salarios, etc)

Y, por supuesto, una combinación de los anteriores factores. 

Si no ocurre nada de esto, la próxima campaña (que se inicia en noviembre) parece muy buena en cuanto a volumen y rendimiento. Por tanto, los productores pueden obtener buenos márgenes sin necesidad de encarecer más el precio al consumidor. No obstante, la situación crítica de campañas pasadas puede contribuir a que tampoco se abarate (a no ser que se batiesen récords de producción y rendimiento)