En internet circula la teoría de que estas estelas, llamadas chemtrails, contienen productos químicos tóxicos rociados deliberadamente por los gobiernos o grandes corporaciones para alterar el clima, afectar la salud de las personas o incluso manipular la mente de la población. Sin embargo, la realidad es mucho más sencilla y no hay ninguna evidencia científica que respalde estas afirmaciones. Lo que realmente vemos en el cielo son contrails (abreviatura de condensation trails, es decir, "estelas de condensación"). 

Estas se forman por un proceso físico completamente natural: la condensación del vapor de agua en el aire. Los motores de los aviones queman combustible, lo que genera gases de escape que contienen vapor de agua y pequeñas partículas. Cuando el avión vuela a gran altura, donde la temperatura del aire es extremadamente baja (puede estar por debajo de los -40°C), el vapor de agua que sale caliente de los motores se encuentra de repente con este aire frío. Como resultado, el vapor se condensa rápidamente y se congela formando diminutos cristales de hielo, de la misma manera en que se forman las nubes en la atmósfera. Si la humedad en esa parte del cielo es alta, estas estelas pueden persistir durante mucho tiempo, expandiéndose y mezclándose con otras nubes. Si la humedad es baja, las estelas desaparecen en pocos minutos. Es el mismo fenómeno que ocurre en invierno cuando exhalamos aire caliente en un día frío y se forma una nube de vapor que desaparece rápidamente. Es decir, a veces se forman y otras veces, no. Todo depende de las condicones climáticas y, por supuesto, la aeronave. 

Numerosos estudios científicos (serios, basados en evidencias científicas constatables) han demostrado que las estelas de los aviones están formadas principalmente por vapor de agua congelado y partículas en suspensión, pero no contienen sustancias químicas tóxicas añadidas deliberadamente. Instituciones como la NASA, la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU.) y la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.) han investigado estas teorías y han concluido que no hay ninguna evidencia de que los aviones estén rociando productos químicos con fines ocultos. 

El mito de los chemtrails surgió alrededor de los años 90 (hasta donde yo sé), cuando algunas personas comenzaron a notar que las estelas de los aviones a veces duraban más tiempo de lo normal. Sin embargo, esto se debe simplemente a las condiciones atmosféricas y no a la presencia de sustancias extrañas en el aire. 

Basándonos en las evidencias científicas, no hay ninguna razón para preocuparse. Las estelas de los aviones no son peligrosas y no afectan a la salud humana. Eso sí, el tráfico aéreo sí contribuye al cambio climático debido a la emisión de gases como el dióxido de carbono (CO2) y los óxidos de nitrógeno (NOx), que afectan el efecto invernadero. Pero esto es un problema ambiental conocido y estudiado, muy diferente de la conspiración de los chemtrails. Es decir, una cosa es que sean contaminantes, al igual que lo son las emisiones de los coches, y otra muy distinta que sean restos de sustancias enviadas para alterar la frecuencia de lluvias, controlar a las personas, etc.

La ciencia confirma que lo que vemos en el cielo no es más que un fenómeno físico natural relacionado con la condensación del vapor de agua a gran altura. No hay ninguna conspiración secreta detrás de estas estelas, sino simplemente ciencia en acción.