Si solo compartes el número, hay pocas posibilidades de que pueda ser usado para hacer trámites en tu nombre, habitualmente necesitas más datos como fecha de validez, cuando no te piden el documento físico.

Lo que no debes compartir es tu DNI/NIE físico, ni escaneado, fotografiado o fotocopiado, salvo con servicios del Estado que te lo requieran.

Hoteles y demás no deben sacar fotocopias de tu documento, con mostrárselo y que tomen nota del número y fecha de validez es suficiente.

Quien tenga ese dato de nosotros no puede hacerlo todo, ni mucho menos, pero sí puede hacer algunas cosas. Quizá no de un modo fácil, pero la dificultad no excluye la posibilidad.
 
Portales de confianza y de entidades grandes solicitarán más datos para confirmar una identidad, pero espacios menos confiables (algunas casas de apuestas en Red que operan al margen de las normas, determinados contratos e incluso algunas entidades de concertación de préstamos) podrían generar obligaciones con pocos datos o sin verificar, por ejemplo, que el nombre dado coincide con el DNI proporcionado (mientras el DNI exista, no pondrán trabas a seguir con el proceso).
 
El número de DNI puede unirse también a otros datos que la persona o entidad que nos lo solicita ya pudiera tener de nosotros de antemano. Si el dato “número de DNI” no fuese comprometedor, que puede serlo, si ya se tiene nuestro nombre completo, dirección, fecha de nacimiento… la combinación empieza a ser potencialmente peligrosa, y nos coloca en franco riesgo de una suplantación de identidad.
 
Con relación a los datos, a cualquiera de ellos, pensemos siempre en clave de minimización; esto es, cuantos menos datos proporcionemos de nosotros mismos, mejor.

Si alguien nos pide el número de DNI, preguntémonos: ¿realmente lo necesita? ¿Para qué quiere este dato? ¿Qué hará con él o que podría hacer con él?


Es mala señal si, quien lo pide, no tiene respuesta a esas preguntas.