La rapidez con la que se difunden las 'fake news' se debe a dos motivos principales. El primero es que actualmente estamos completamente conectados. El segundo motivo es que dentro de esa burbuja digital en la que nos encontramos la cantidad de información que nos bombardea a diario es inmensa. Dentro de ese océano es fácil perderse. 

Sencillamente, toda la información se difunde extraordinariamente rápido en la sociedad actual. Cuando una noticia se mueve (pasa de testigos a reporteros, de reporteros a redactores, de redactores a espectadores), se crean múltiples pasos en los que la noticia puede ser corroborada. Cuanto más tiempo antes de publicar, además, más oportunidades de que llegue información a la contra. Sin embargo, hoy en día, Internet ha modificado los tiempos y canales habituales de la prensa y los telediarios: las noticias se publican tan pronto como se obtienen, y existen muchos más medios peleándose por la última novedad. Además, está el tema de los sesgos humanos y, en concreto, el sesgo de pesimismo: las noticias que más nos entristecen y cabrean son las que más nos hacen reaccionar. Los algoritmos de las redes sociales, que buscan desesperadamente esas interacciones, acaban favoreciendo cualquier noticia que nos estimule. Las noticias falsas pueden adaptarse para maximizar esta reacción y, muchas veces, cuando sabemos que es falsa nos lleva a reaccionar e interactuar con más contundencia. Esto crea un círculo vicioso en el que las noticias falsas y sensacionalistas se difunden como la pólvora.

Es una percepción sesgada, fruto de la creencia de que los bulos son consecuencia de los modernos sistemas de comunicación. No es cierto. Los bulos son tan antiguos como la comunidad humana, y se han difundido siempre por efecto de esa propia humanidad, que se recrea en la sensación de participar de secretos o de conocimiento limitado a algunos escogidos, como esa persona misma. 

Los bulos han hecho ganar y perder batallas y guerras a lo largo de la historia, han traído calamidades, han ajusticiado a seres humanos. familias, clanes y culturas enteras. La velocidad de asunción del bulo como verdad es la misma, porque los nodos de conexión, hombres y mujeres, son iguales desde hace milenios, no hay diferencia entre un hombre del antiguo Egipto y hoy mismo, solo las diferencias culturales. 

Y estas no bastan para atajar los bulos, al contrario, a menudo son la estopa que las enciende. Si un bulo alcanza el otro extremo del globo con tanta rapidez, en la actualidad, no es por la naturaleza del bulo o de quien lo propaga. Solo es más veloz porque Internet es más rápido que un coche de caballos.