En primer lugar, necesitamos definir bien los límites de los conceptos “nerviosismo” y “situación estresante”.

El nerviosismo entendido como un estado de agitación que activa al organismo ante el problema puede ser adecuado, proporcional, si la situación estresante no representa una amenaza extrema, por lo que no sería conveniente disminuirlo. En otras palabras: enfrentarse a una situación estresante sin ningún nivel de actividad mental o emocional no es una buena idea.

Existe una relación entre el nivel de actividad y la competencia ante la situación. Cuando crece la actividad crece la competencia, hasta alcanzar un punto a partir del cual, a más “nerviosismo”, más bloqueo. El punto crítico es el deseable: mejor actividad para una máxima eficiencia ante el problema. Si subo mi actividad, entonces mi eficiencia empieza a decaer. De modo que actividad y eficiencia de respuesta crean una especie de “u” boca abajo. Si quieres aprender más sobre esto puedes consultar “ley de Yerkes - Dodson”.

Suponiendo que tu pregunta hace referencia a cómo no experimentar nerviosismo incapacitante (cómo no pasar del punto óptimo entre activación y rendimiento): revisa tu estado corporal en ese momento. ¿Tienes la respiración agitada? Reduce la pauta lentamente, sin cortar el flujo de aire. ¿Tienes palpitaciones? Centra tu mente en relajar tu tono muscular ¿Tienes pensamientos amenazantes? Entrénate para buscar en tu memoria situaciones vividas felices con las que puedas crear una imagen a la que recurrir en estos momentos. O bien practica un mantra (puede ser una frase que te guste, una secuencia de números… incluso una plegaria, si perteneces a algún credo).

En resumen, desconecta brevemente la mente de la amenaza para que la percepción vuelva a ser proporcional. Todo esto requiere ejercitarse; un profesional te ayudará a entrenarte si no puedes únicamente con tus propios medios.