Porque adoptamos una postura en la que se comprime un nervio que va a esa extremidad. Las fibras nerviosas (axones) que transmiten sensaciones táctiles se vuelven incapaces de transmitir potenciales de acción, lo que nos priva de sensación en esa extremidad. 

Cuando cambiamos de postura, cesa la compresión del nervio, que recupera lentamente su capacidad de transmitir sensaciones. Esto viene acompañado por un cosquilleo o sensación de electricidad, que es debido a que los nervios comprimidos generan potenciales de acción al recuperarse.