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EN INVESTIGACIÓN ✨ 1 PISTAS

¿Qué es el "efecto placebo" y cómo funciona?

Publicada el 19/09/2024

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Valoración aportada el 20-09-2024

El efecto placebo es una sensación de mejoría que sentimos cuando nos estamos tratando (de forma real o ficticia) con alguna supuesta terapia. Tiene mucho que ver con la autosugestión y condicionamientos de tipo pavloviano, por asociaciones entre aplicarnos un tratamiento con estar mejor después, lo que provoca en sí la sensación de mejoría mediante varios mecanismos.
El principal es que, cuando nos sentimos mal, además del propio malestar del cuerpo, nuestra usual preocupación provoca la liberación de moléculas del estrés, lo cual repercute aún más negativamente. Al ser tratados, o creernos tratados, por un lado dejamos de generar estas moléculas y, en cambio, comenzamos a generar moléculas del bienestar, que provocan esa relajación y sensación de mejoría (sobre todo en problemas que están relacionados con el dolor, el estrés o la ansiedad).
Cuando estamos siendo tratados, también disminuye nuestro posible hiperfoco hacia el problema, y al dejar de estar pendientes del mismo y minimizar la atención cerebral que le dedicamos, también nos da la sensación de que el problema se ha reducido.
El caso más paradigmático del efecto placebo es el del "Cura sana, culito de rana" con el que solemos consolar a los niños cuando se han hecho daño. A diferencia de lo que algunos promotores de pseudoterapias dicen, el efecto placebo sí se da también entre niños y animales. En ellos, además, aparece el denominado "placebo por poderes" en el que es quien aplica el tratamiento (real o ficticio) quien se relaja y considera que el niño o animal se encuentra mejor (cosa que también puede pasar porque a su vez se han relajado al ver más tranquilo a su cuidador).
Para problemas menores, el efecto placebo puede ser más que suficiente para "entretener" al individuo hasta que el problema se resuelve por sus propios medios, y de esto se aprovechan pseudoterapias como el reiki, la homeopatía y la acupuntura (no por nada sus propuestas parecen funcionar especialmente en el terreno del dolor, el estrés o la ansiedad). Pero el principal peligro es que sentirse mejor no significa estar mejor: si tienes un cáncer y pretendes "tratarte" con estas propuestas, te sentirás mejor por el efecto placebo, pero seguirás empeorando, y el tiempo perdido hasta conseguir un tratamiento real puede suponer la diferencia entre una solución relativamente fácil y una difícil, o incluso entre la vida y la muerte.
El efecto placebo también se da en tratamientos reales, con lo que para dilucidar si una terapia funciona o no más allá de este efecto, es imprescindible diseñar ensayos clínicos robustos mediante la técnica del grupo de control aleatorizado y doble o incluso triple ciego (donde ni el profesional sanitario ni el paciente saben si están aplicando o recibiendo el tratamiento real o un análogo inerte que generará solo este efecto, y cuyos resultados analizará otra persona independiente para minimizar sesgos de interpretación). Es con este tipo de ensayos donde las anteriores pseudoterapias muestran no tener eficacia alguna.
Algunas personas son más propensas que otras a sentirlo, e incluso su intensidad puede ser variable a lo largo de la vida de un mismo individuo. Prácticas como la hipnosis, de hecho, se pueden considerar como un efecto placebo dirigido, y a nivel filosófico es complejo plantear si, dado un problema psicológico puro relacionado con el dolor, el estrés o la ansiedad, un placebo se puede considerar en sí un tratamiento real.
En todo caso, la aplicación de un placebo por parte de un profesional sanitario no es deontológica salvo que se informe expresamente de ello. Hacerlo no supone un detrimento para que genere el efecto: pese a saber que algo sea meramente un placebo, su efecto se produce igualmente.

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