Porque lo que se evapora es el agua y no lo que está disuelto.

De hecho, para obtener la sal del agua de mar se deja evaporar el agua, quedando como residuo sólido la sal (la sal no llega a la atmósfera o las nubes).

Si queremos preparar en casa escama o cubos de sal, o sal coloreada, prepararemos una disolución de sal en agua y dejaremos que el agua se evapore lentamente.

Esto se debe a que el agua y la sal (o cloruro sódico) tienen distintos puntos de ebullición (temperatura a la que un material pasa de estado sólido a estado gaseoso) y distintas presiones de vapor (que da una idea de lo fácil que es que un material pase a estado gaseoso sin que haya cambio de temperatura).

En resumen, la sal (cloruro sódico) no pasa a estado gaseoso tan fácilmente como el agua y por eso no llega a las nubes. Por ello, el agua de lluvia no es salada.

¡Espero haber ayudado!

 

Aclaremos: el agua en el mismo momento de evaporarse no contiene “sal” porque las “sales” (sodio, calcio, sulfato, carbonato, magnesio, etc.) no se evaporan. Esto no significa que este agua evaporada sea “pura”, o sea, que no contenga ningún elemento, porque una vez en la atmósfera interacciona con los aerosoles, que son pequeñas partículas suspendidas en la atmósfera y cuyo origen es muy variado: polvo del suelo o del Sahara, restos emisiones de los coches y calefacciones, salmueras, etc.

 

 

Porque sólo las moléculas de agua se evaporan, mientras que la sal se queda en el mar. En algunos casos, la sal también se va al aire. Por ejemplo, cuando rompen las olas y hace viento, el espray que se forma lleva tanto agua como sal, pero la sal nunca llega demasiado alto porque la sal tiende a formar cristales sólidos que caen al suelo. El agua puede existir en estado gaseoso, pero la sal no.