No hay evidencia alguna de los poderes de las supuestas personas médium. La mediumnidad es la capacidad de mediar entre los supuestos "espíritus desencarnados" y los seres humanos vivos, y no hay evidencia siquiera de la existencia de tales espíritus, por lo que se extiende a los supuestos médiums. Sin embargo, la psicología sí aporta pistas de cómo las llamadas "lectura en frío" y "lectura en caliente" (el efecto Forer/Barnum) sirven en la práctica para desarrollar discursos que puedan hacer parecer a una persona que otra está dándole información que solo podría conocer un conocido ya fallecido. Estos efectos son ampliamente explotados por otras ramas de la charlatanería como la videncia, la astrología o en espectáculos de mentalismo. En la práctica se han desmantelado multitud de supuestos médiums, y no es desdeñable el daño psicológico que estos pueden causar en las personas ya por sí vulnerables que suelen acudir a sus servicios. Es reseñable el caso mediático de la supuesta médium Anne Germain, con su flagrante error a la hora de presumir en noviembre de 2004 la muerte de la secuestrada Amanda Berry (quien felizmente escapó en 2013) en una entrevista televisiva junto a la madre de la pequeña, con la posterior muerte por fallo cardíaco en 2006, según su familia «con el corazón roto».

La respuesta corta es ninguna. Los médium, como cualquier otro tipo de técnica adivinatoria, se basa en una serie de métodos que aprovechan los sesgos cognitivos para dar una apariencia legítima, pero no hay ninguna prueba de que sus adivinaciones sean reales, ni tampoco ningún mecanismo físico ni biológico que lo permita. En el caso concreto de los mediums, se suelen aprovechar de la lectura en caliente —obtener información personal de alguien antes del encuentro—, la lectura en frío —devolver conjeturas calculadas a partir de la información que el participante ya ha proporcionado, aunque sea a través del lenguaje no verbal—, el efecto Forer —exponer generalidades o ambigüedades que pueden aplicarse a la mayoría de personas—. El sesgo de confirmación, que es la tendencia a sobreestimar la información que nos es favorable desechando la que no lo es, hace el resto del trabajo.