En términos generales, lxs Notarixs son un cuerpo de fedatarixs públicos, es decir, son la profesión jurídica a quien el Estado ha encargado el dar fe de los contratos, actos y declaraciones que se produzcan ante ellxs. Y esta labor jurídica es de las más relevantes en nuestro Derecho. 

Dentro de ese espectro general, el Notariado se encarga del otorgamiento de algunos tipos de testamentos, de levantar las conocidas como actas de notoriedad (que aseguran que una situación es real y se está produciendo), de acompañar algunos tipos de contratos (compraventa de vivienda o hipoteca, por ejemplo)... 

También tienen una labor muy importante en la relación con la ciudadanía en un aspecto más personal. Por ejemplo, las Notarías pueden encargarse de casamientos, de algunos divorcios o incluso de asesorar a personas con discapacidad sobre el otorgamiento de poderes preventivos (aquellos en los que la persona decide quién la asistirá para tomar decisiones). 

Estas, pero también muchas otras, son las funciones del Notariado. Áreas de trabajo que incrementan progresivamente y hacen de esta figura también un apoyo esencial para otrxs operadorxs jurídicxs, como Abogacía o Judicatura.

Su función principal es dar fé de acuedos privados o actos jurídicos documentados. Muchas veces para que algo tenga efectos erga omnes, (para todos), debe estar inscrito en un registro público, (registro de la propiedad, últimas voluntades, etc). Para ello es imprescindible una escritura o documento público que solo un notario puede autorizar.

El trabajo exacto de un notario consiste en garantizar la legalidad y validez de documentos, contratos, actas y otros actos jurídicos, proporcionando seguridad jurídica y fe pública a los ciudadanos. 

Su función principal es prevenir fraudes y asegurar que las voluntades de las partes sean expresadas de forma clara y legal, evitando así futuros conflictos.