La telepatía es una pseudociencia que propone que la gente es capaz de adivinar pensamientos de terceros.

Si bien es cierto que, usando nuestra capacidad de razonar, podemos ser capaces de inferir lo que puede estar pensando una persona, y que en áreas como el mentalismo se usan trucos para coercionar ese pensamiento, no hay nada que permita (biológicamente) transmitir o detectar pensamientos a distancia directamente de cerebro a cerebro.

Tecnológicamente, tenemos cierta capacidad de detección del electromagnetismo de nuestros cerebros aplicando los típicos parches (o cascos con parches) que hemos visto en multitud de películas, que requieren un contacto directo con la piel. Precisamente el cráneo y la piel suponen una barrera importante para la emisión de esa actividad cerebral el exterior (la cual es la supuesta excusa que algunos proponen como base para tratar de explicar científicamente la telepatía, asumiendo también que, de alguna forma, pudiéramos recibir e interpretar esa actividad cerebral de forma biológica, lo cual tampoco tiene base).

En definitiva, en la enorme multitud de experimentos serios que se han hecho para intentar demostrar la telepatía, jamás se ha encontrado la más mínima prueba. Salvo que la tecnología avance enormemente, deberemos seguir confiando en nuestros razonamientos y nuestra inutición para acercarnos a ello.

No existe evidencia científica que demuestre que existe la telepatía, entendida esta como la capacidad de comunicarse mentalmente con otra persona, incluso a distancia. Pero, sí existe una habilidad que se asemeja.

La empatía (ser capaz de percibir, comprender y sentir lo que la otra persona siente) puede llevar a pensar que se está dando una comunicación “telepática”, pero este intercambio de mensajes emocionales se da, entre otras cosas, gracias a la comunicación no verbal.