El modelo tradicional de la memoria la plantea como tres “depósitos” diferenciados: 

- La memoria inmediata: por ejemplo, si te dicto en voz alta un número de teléfono, lo repites mientras vas a la habitación de al lado, y coges tu móvil o celular para marcarlo, ese número permanecerá en tu memoria el tiempo suficiente para hacer eso. Pero probablemente, si te lo pregunto al día siguiente, no podrás recordarlo. 

- La memoria de trabajo: por ejemplo, si voy a un centro comercial y aparco el coche, sabré recordar más o menos la zona hasta que vuelva a buscarlo. Aunque sean unas horas. Incluso si, por cualquier motivo, fuera al día siguiente) 

- Y la memoria a largo plazo: por ejemplo, mi nombre. 

Este modelo plantea, entre otros, dos problemas: ¿Dónde se almacena esa información?, y ¿es un almacén limitado? Errores en el almacenamiento o en la extracción podrían explicar el olvido. Ya hace tiempo que tenemos un modelo que explica mejor el proceso. 

Imagina un espacio cartesiano, con una escala en horizontal y otra en vertical. En el punto y=1, x=1 ponemos una señal. En y=2, x=2 otra señal. Así sucesivamente. Unimos los puntos y tenemos una recta. Ahora supón que creamos otra recta con otros valores distintos. Entonces cogemos los primeros pares de valores de la primera recta y los relacionamos con los pares de valores de la segunda recta, creando una tercera recta. La memoria sería un proceso mediante el cual, almacenando la tercera recta, puedes volver a dibujar las otras dos. Eso explicaría la aparente infinitud de la memoria, puesto que, al acomodar el aprendizaje nuevo, no ocupamos más espacio, sino que reutilizamos el que ya teníamos asignado. 

El olvido estaría relacionado con fallos a la hora de recuperar los pares de valores originales.