La resonancia magnética es una tecnología médica que nos permite obtener imágenes detalladas del interior del cuerpo humano sin necesidad de cirugía ni radiación ionizante (como los rayos X) que puede resultar dañina si una persona se expone demasiado. 

Para explicarlo de manera sencilla, imagina que estamos utilizando un gran imán para "detectar" cómo están organizados los átomos en el cuerpo. Dependiendo del tipo de tejido cambia su composición. Nuestro cuerpo está compuesto principalmente de agua, y el agua contiene átomos de hidrógeno. Estos átomos son como pequeños imanes, porque tienen una propiedad llamada "spin" que "hace que los átomos o moléculas que forman el cuerpo "sientan" el campo magnético. En condiciones normales, los átomos de hidrógeno están orientados al azar. 

Cuando entras en el escáner de resonancia magnética, que tiene un imán extremadamente potente, todos estos pequeños imanes se alinean en la misma dirección, como si estuvieran siguiendo las instrucciones de un director de orquesta. Después, el escáner envía pulsos de ondas de radio. Estas ondas "empujan" a los átomos de hidrógeno, haciéndolos vibrar o "bailar" fuera de su posición. 

Cuando las ondas de radio se detienen, los átomos vuelven a alinearse con el imán principal, pero en el proceso, emiten señales que el escáner puede captar. El truco está en que diferentes tejidos del cuerpo (como músculos, huesos o grasa) tienen distintas cantidades de agua y responden de manera diferente a estas ondas de radio. El escáner utiliza esta información para construir imágenes detalladas, como si estuviera ensamblando un rompecabezas de señales. 

Por último, las señales que se generan son procesadas por software creando imágenes, para que los médicos puedan verlas en pantallas. Así pueden estudiar con precisión órganos, tejidos y detectar problemas como lesiones, tumores o inflamaciones, todo sin dolor y sin efectos secundarios importantes.