Todo depende de contra qué se deba dirigir la vacuna. En unos casos es mejor una estrategia si lo que se ataca es al organismo que genera la lesión que acaba en cáncer, como en el caso del VPH. Esta estrategia puede ser una vacuna que contenga antígenos contra diversas cepas del virus e incluso se pueden utilizar virus muertos para la vacuna.

En otros casos, la vacuna puede ir dirigida contra un antígeno determinado, una proteína específica que se presente en las células tumorales. Para ello pueden servir vacunas más centradas en un solo antígeno como las de proteína o las de mRNA.

La estrategia puede diferir según el tipo de cáncer y la célula a la que va dirigida la vacuna, pero la finalidad es siempre la misma: generar células del sistema inmunitario capaces de detectar al antígeno y destruir a la célula que lo contenga.