Hay algunas empresas que se dedican a diseñar gafas con filtros que aseguran “alivian el daltonismo rojo-verde, mejorando la visión de los colores”, aunque advierten que podrían no ser efectivas para los daltonismos más estrictos. Pero lo cierto es que, conociendo que estos trastornos están producidos por mutaciones genéticas, es complicado que una persona que convive con uno de ellos pueda “corregir” esta anomalía solamente empleando filtros en sus gafas, ya que las personas daltónicas lo son porque tienen mutaciones en algunos de sus fotorreceptores (los que responden a las longitudes de onda para el verde, el rojo o el azul) que hacen que no sean funcionales.

En realidad, estos filtros no pueden hacer que estas personas “vean” más colores. Lo que hacen estos filtros, realmente, es que mueven el espectro lumínico (las longitudes de onda que percibimos) para conseguir que los colores problemáticos para esos daltónicos puedan ser más fácilmente diferenciados por los fotorreceptores que sí son funcionales en estas personas. Sin embargo, lo hacen siempre dentro de la gama de colores que sus fotorreceptores funcionales son capaces de captar, no van a ver ahora colores que antes no veían, porque para ello habría que corregir la mutación que tienen.

Es más, hace unos años, un grupo de investigación de la Universidad de Granada consiguió demostrar que, a pesar de que, las personas daltónicas, usando esos filtros, sí conseguían diferenciar algunas tonalidades que no eran capaces de detectar sin ellos, lo hacían en detrimento de otros colores. Por otro lado, usando los filtros estas personas perciben demasiada información de colores que no están habituadas a procesar, y eso les puede suponer una frustración.

La empresa que las fabrica, al conocer los datos, se replanteó sus campañas de marketing. Y optó por cambiar su eslogan de “están diseñadas para mejorar la experiencia diaria de la visión del color” por “las gafas son un dispositivo óptico de ayuda para mejorar la discriminación de color en personas daltónicas, pero no son una cura”.

El daltonismo, que es la forma “popular” de llamar a las diferentes formas de deficiencia en la visión de los colores, (las discromatopsias), puede ser de origen congénito, debido a un defecto genético en el cromosoma X (en cuyo caso en mucho más frecuente en varones), o adquirido, como consecuencia de enfermedades que afecten a la retina o al nervio óptico, traumatismos o efectos tóxicos de algunos medicamentos, entre otras causas posibles. En general se debe al daño, a la falta o al malfuncionamiento de uno o más de los tres tipos de conos, que son las células de la retina capaces de captar las diferentes longitudes de ondas luminosas que permiten al cerebro identificar los diferentes colores. En general, dichos defectos son irreversibles y no existe una cura como tal para estas afecciones. Sin embargo, existen algunos “trucos” para mejorar la experiencia visual de los pacientes afectados, mediante el uso de filtros especiales, generalmente montados en anteojos, que logran “desplazar” el rango de frecuencias o longitudes de onda que puede identificar el paciente, habilitándolo a identificar ciertas tonalidades que de otro modo no podría percibir. Lamentablemente, este desplazamiento de frecuencias podría provocar una disminución en la capacidad de percibir otras longitudes de onda (colores) que el paciente sí podría percibir sin esos filtros, por lo que deberían ser usados para actividades específicas y según cada caso, ya que existe un gran abanico de grados, desde discromatopsias leves, que afectan a diferentes conos y, por lo tanto, dificultan la percepción de diferentes tonos, hasta las acromatopsias completas, en las que no existe percepción alguna de colores, sólo diferentes tonos de gris. Como siempre, lo mejor es consultar con el médico especialista.