Muchas especies de paseriformes (conocidos como pájaros cantores) imitan los sonidos producidos por otras especies. En algunos casos, la capacidad de los machos de dichas aves para mejorar la complejidad de sus cantos mediante la imitación podría hacerlos más atractivos para las hembras. Por lo que en este caso estaríamos hablando de una habilidad seleccionada por selección sexual. 

En otros casos, esta capacidad puede funcionar como una trampa sensorial, es decir, que les permite simular la presencia de un estímulo para el que otros responden de una forma específica. Por ejemplo, imitar a un depredador para protegerse de otros depredadores.

La lira soberbia (Menura novaehollandiae), por ejemplo, es capaz de imitar cámaras de fotos, alarmas de coche, motosierras o sonidos producidos por otras especies como la humana y esto les ayuda a aparearse. Resulta que las hembras de lira soberbia tienden a agruparse y permanecer cerca de otros individuos cuando escuchan un depredador. Los machos, aprovechando este comportamiento, imitan sonidos que las hembras interpretan como una amenaza, por ejemplo, las llamadas de alarma de una bandada de aves de diferentes especies.

Estas bandadas se forman cuando numerosos individuos de una o varias especies acosan a un depredador. Y tú dirás, ¿por qué complicarse tanto la cabeza? ¿Por qué no imitar directamente al depredador? La respuesta parece encontrarse en la coevolución sexual antagonista. A medida que la hembra se vuelve más aguda a la hora de distinguir los sonidos miméticos del macho, el macho contrarresta elaborando engaños más complejos en una lucha constante de ingenio.