El estado de ánimo es un presupuesto del organismo respecto a las necesidades inmediatas de activación. Estamos preparados para... (la ira, la alegría, etc.) Ese presupuesto, esa preactivación, ayuda al ser vivo a gestionar su interacción con el mundo. Ya sea un ser humano o un animal. Para el cálculo de ese presupuesto el organismo va a tener en cuenta las variables internas (como el nivel de activación general, el equilibrio, la sensación de carencia o de saciedad, etc.) y las variables externas (como la sensación de seguridad o el confort). 

O sea: por supuesto que sí. La lluvia será tenida en cuenta a la hora de presupuestar el estado de ánimo. ¿Significa eso que las personas que viven en sitios donde llueve mucho son menos alegres? No tiene por qué. Para una persona determinada el hecho de que llueva puede ser motivo de alegría. 

Por otra parte, las personas que viven en sitios donde llueve mucho pueden estar adaptadas a esa situación, con lo que el peso relativo de esa variable en su estado de ánimo puede resultar muy bajo. Ahora bien: normalmente si llueve no hace sol. La exposición a la luz solar es imprescindible para la mayor parte de los organismos vivos, con muy pocas excepciones. 

La carencia de luz solar sostenida durante mucho tiempo afecta al estado de ánimo, no solamente por el presupuesto de equilibrio de actividad, sino por la incapacidad de síntesis de algunos procesos químicos necesarios para la vida.