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Carlitos
Experto en historia militar (Historia)
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Valoración aportada el 16-12-2024
Sobre los museos dedicados en España a la Inquisición no puedo opinar porque no los conozco. En cambio, sobre el número de personas ejecutadas por brujería entre 1478 y 1834 (inicio y final del Tribunal de la Inquisición española) están bien documentadas por diversos autores. Hubo exactamente 49 muertes en la hoguera en todos los territorios bajo la Corona de España, tal y como recogen en sus investigaciones: el británico Henry Kamen (La Inquisición española: una revisión histórica, 2014) el francés Joseph Pérez (La Inquisición, 2005) o el portugués Francisco Bethencourt (Historia de la Inquisición en España y América, 1997) Mientras que en el mismo período en otros reinos católicos de Europa las ejecuciones mortales por brujería fueron: Principados alemanes, entre 25.000 y 40.000; Francia, 4.013; Suiza, 3.984; República de Venecia, 992; Escocia, 1487.
Y en Estados no católicos como Inglaterra o la Holanda independiente, se ejecutaron a cerca de mil y 150 personas, respectivamente, según los recientes estudios de: Beng Ankarloo y Stuart Clark (Witchcraft in magic Europe: The periodi of the Witch Trials, 2002); Wolfgang Behringer (Witches and Witch hunts: A Global History, 2004); iBrian P. Levack (The Witch Hunt in Early-Modern Europe, 2006) o Malcolm Gaskill (Wtichcraft: a very short introduction, 2010) El caso más notable en España es el denominado de “Las Brujas de Zugarramurdi” por el que fueron condenadas en 1610 en Logroño, 29 personas.
Sin embargo, a 18 se les conmutó la pena de muerte por penitencias, gracias a que confesaron su culpa (más tarde, también se revisaría el caso de éstas). Sólo fueron quemadas vivas, seis que se negaron a retractarse. Otras cinco habían muerto durante el proceso, según relata el antropólogo vasco Julio Caro Baroja en su obra clásica Las brujas y su mundo, 1961) Tras este célebre proceso, un licenciado en Derecho Canónico, el Padre Alonso de Salazar, auditor del Tribunal Supremo de la Inquisición, pidió visitar las comarcas vasco-navarras donde tuvieron lugar los hechos de supuesta brujería. Allí investigó, con ayuda de curas locales que le sirvieron de traductores de euskera.
Concluyó que todo había sido resultado de supersticiones por parte de acusados y acusaciones, así como por un celo desmedido e infundado del Tribunal que aplicó en el proceso los postulados del Malleus Maleficarum, manual de la Inquisición alemana para la caza de brujas. Con todo el material de testimonios y observaciones recopiladas sobre el terreno durante cuatro años de investigación, el Padre Salazar redactó un memorial que elevó al Consejo Supremo de la Inquisición que lo tuvo muy en cuenta. Así, desde 1614, en lugar del manual de la Inquisición Alemana el dictamen fruto del memorial de Salazar fue de común aplicación en los casos de supuesta brujería en los territorios de la Corona de España.
Desde entonces, la Inquisición española aplicó a los casos de brujería, principios racionales, escépticos y de sentido común. Este hito de racionalidad en la Inquisición española fue profusamente investigado por Gustav Henningsen, en El abogado de las brujas: brujería vasca e Inquisición española, 1980 No obstante, las delaciones por brujería prosiguieron en aquellos primeros años del siglo XVII, sobre todo en Cataluña.
Allí, al abstenerse la Inquisición de procesar a los acusados, las autoridades catalanas que, a diferencia de en otros territorios de la Corona tenían competencia en esta materia, asumieron por parte de tribunales civiles el procesamiento y ejecución en la hoguera de más de 400 personas entre 1618 y 1622. Ese último año intervino la Real Audiencia de Cataluña, y en nombre del Rey Felipe III (1598-1627) se prohibió a los órganos políticos de Cataluña iniciar nuevos procesos civiles por brujería, según recoge el historiador Valentí Gual Vilà (Bruixería i Justicia Popular à Catalunya, 2004)
Y en Estados no católicos como Inglaterra o la Holanda independiente, se ejecutaron a cerca de mil y 150 personas, respectivamente, según los recientes estudios de: Beng Ankarloo y Stuart Clark (Witchcraft in magic Europe: The periodi of the Witch Trials, 2002); Wolfgang Behringer (Witches and Witch hunts: A Global History, 2004); iBrian P. Levack (The Witch Hunt in Early-Modern Europe, 2006) o Malcolm Gaskill (Wtichcraft: a very short introduction, 2010) El caso más notable en España es el denominado de “Las Brujas de Zugarramurdi” por el que fueron condenadas en 1610 en Logroño, 29 personas.
Sin embargo, a 18 se les conmutó la pena de muerte por penitencias, gracias a que confesaron su culpa (más tarde, también se revisaría el caso de éstas). Sólo fueron quemadas vivas, seis que se negaron a retractarse. Otras cinco habían muerto durante el proceso, según relata el antropólogo vasco Julio Caro Baroja en su obra clásica Las brujas y su mundo, 1961) Tras este célebre proceso, un licenciado en Derecho Canónico, el Padre Alonso de Salazar, auditor del Tribunal Supremo de la Inquisición, pidió visitar las comarcas vasco-navarras donde tuvieron lugar los hechos de supuesta brujería. Allí investigó, con ayuda de curas locales que le sirvieron de traductores de euskera.
Concluyó que todo había sido resultado de supersticiones por parte de acusados y acusaciones, así como por un celo desmedido e infundado del Tribunal que aplicó en el proceso los postulados del Malleus Maleficarum, manual de la Inquisición alemana para la caza de brujas. Con todo el material de testimonios y observaciones recopiladas sobre el terreno durante cuatro años de investigación, el Padre Salazar redactó un memorial que elevó al Consejo Supremo de la Inquisición que lo tuvo muy en cuenta. Así, desde 1614, en lugar del manual de la Inquisición Alemana el dictamen fruto del memorial de Salazar fue de común aplicación en los casos de supuesta brujería en los territorios de la Corona de España.
Desde entonces, la Inquisición española aplicó a los casos de brujería, principios racionales, escépticos y de sentido común. Este hito de racionalidad en la Inquisición española fue profusamente investigado por Gustav Henningsen, en El abogado de las brujas: brujería vasca e Inquisición española, 1980 No obstante, las delaciones por brujería prosiguieron en aquellos primeros años del siglo XVII, sobre todo en Cataluña.
Allí, al abstenerse la Inquisición de procesar a los acusados, las autoridades catalanas que, a diferencia de en otros territorios de la Corona tenían competencia en esta materia, asumieron por parte de tribunales civiles el procesamiento y ejecución en la hoguera de más de 400 personas entre 1618 y 1622. Ese último año intervino la Real Audiencia de Cataluña, y en nombre del Rey Felipe III (1598-1627) se prohibió a los órganos políticos de Cataluña iniciar nuevos procesos civiles por brujería, según recoge el historiador Valentí Gual Vilà (Bruixería i Justicia Popular à Catalunya, 2004)
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Valoración aportada el 03-12-2024
Los museos de la Inquisición española presentan piezas de distintas épocas y de otros países como si fuesen suyas. Alimentan el morbo del público y no los conocimientos. Sobre las brujas, a lo largo de los 350 años de existencia del Tribunal del Santo Oficio, Alemania quemó a 25.000 brujas y en toda Europa se quemaron a unas 50.000. La Inquisición española solo quemó a 59 personas por brujería. Cfr. Javier Rubio Donzé, La gran farsa de los museos de la Inquisición, publicado 06/07/2024, https://theobjective.com/opinion/2024-07-06/gran-farsa-museos-inquisicion/