Todo lo que percibimos forma parte de nuestra realidad en el momento mismo en que es percibido, sea consciente o no.

Por supuesto, la mayor parte de la percepción no es procesada ni atendida, apenas son estímulos que fluyen alrededor nuestro, aparentemente sin dejar huella. Aparentemente. Lo cierto es que un entorno sucio o desordenado provoca sensaciones negativas, a la mayor parte de las personas. Arreglar la casa puede suponer una mejora en la sensación percibida, lo que tiene como consecuencia un mejor estado general de ánimo.

No es una fórmula mágica, pero la suma de pequeños recursos de conducta (eso que llamamos higiene comportamental) marca la diferencia claramente en la capacidad de gestión de la apatía o a la tristeza.