RESPUESTAS EXPERTAS
DE LA COMUNIDAD
1 PISTAS DE PERSONAS CON SUPERPODERES
Valoración aportada el 23-06-2025
Para responder esta pregunta se necesita un físico, mejor si tiene un conocimiento del planeta y sus propiedades, y yo no lo soy. El supuesto es imposible, pero podemos fantasear en dos niveles.
Primero, desaparición repentina del momento angular de cada cosa o partícula que forma la Tierra sin transferencia de energía, como si una bala se parara contra la pared sin transmitirle nada ni afectarla. Es físicamente imposible, pero dejaría las cosas inicialmente como están y los efectos vendrían después, porque sólo habría un ciclo día/noche en un año, la fuerza Coriolis cesaría, con lo que se distorsionarían profundamente las circulaciones atmosférica y oceánica y a medio plazo colapsaría el campo magnético, dependiente de la circulación del metal del núcleo externo. Todos esos cambios serían devastadores corto plazo para la vida planetaria, con seis meses de sol y seis de sombra en cada lugar del planeta, y sometida a la radiación de partículas de las que ahora nos protege la magnetosfera.
Segundo supuesto, la rotación cesa de repente (y misteriosamente) pero conservando la inercia, como pide la física. En este caso todo se vería impulsado hacia adelante en dirección este, cada cosa donde se encuentre. El momento de inercia sería máximo en lo que se encuentra en la superficie y en el ecuador, y sería progresivamente menor cuanto más profundo y cuanto más lejos del ecuador, porque es proporcional al radio de giro. Lo que está en la superficie y en el ecuador se está moviendo a 1670 km/h y seguiría hacia adelante. No afectaría solo a la atmósfera y al agua superficial, sino a las rocas de la corteza y el manto terrestres; la diferencia de inercia entre masas a más o menos profundidad y más o menos cercanas al ecuador, produciría fuerzas de cizallamiento terribles, que desmontarían partes significativas del planeta. Para escapar de la gravedad terrestre hace falta una velocidad radial, hacia arriba, de por lo menos 11,2 km/s (41 000 km/h, la llamada velocidad de escape), así que todo lo que saltara, o casi todo, terminaría por volver a caer algún día.
En este segundo supuesto, la vida sería barrida seguramente por completo, pero en el primero podemos imaginar la supervivencia de vida bacteriana quimiosintética en el fondo del océano, y tal vez fotosintética en regiones próximas a los polos.
Primero, desaparición repentina del momento angular de cada cosa o partícula que forma la Tierra sin transferencia de energía, como si una bala se parara contra la pared sin transmitirle nada ni afectarla. Es físicamente imposible, pero dejaría las cosas inicialmente como están y los efectos vendrían después, porque sólo habría un ciclo día/noche en un año, la fuerza Coriolis cesaría, con lo que se distorsionarían profundamente las circulaciones atmosférica y oceánica y a medio plazo colapsaría el campo magnético, dependiente de la circulación del metal del núcleo externo. Todos esos cambios serían devastadores corto plazo para la vida planetaria, con seis meses de sol y seis de sombra en cada lugar del planeta, y sometida a la radiación de partículas de las que ahora nos protege la magnetosfera.
Segundo supuesto, la rotación cesa de repente (y misteriosamente) pero conservando la inercia, como pide la física. En este caso todo se vería impulsado hacia adelante en dirección este, cada cosa donde se encuentre. El momento de inercia sería máximo en lo que se encuentra en la superficie y en el ecuador, y sería progresivamente menor cuanto más profundo y cuanto más lejos del ecuador, porque es proporcional al radio de giro. Lo que está en la superficie y en el ecuador se está moviendo a 1670 km/h y seguiría hacia adelante. No afectaría solo a la atmósfera y al agua superficial, sino a las rocas de la corteza y el manto terrestres; la diferencia de inercia entre masas a más o menos profundidad y más o menos cercanas al ecuador, produciría fuerzas de cizallamiento terribles, que desmontarían partes significativas del planeta. Para escapar de la gravedad terrestre hace falta una velocidad radial, hacia arriba, de por lo menos 11,2 km/s (41 000 km/h, la llamada velocidad de escape), así que todo lo que saltara, o casi todo, terminaría por volver a caer algún día.
En este segundo supuesto, la vida sería barrida seguramente por completo, pero en el primero podemos imaginar la supervivencia de vida bacteriana quimiosintética en el fondo del océano, y tal vez fotosintética en regiones próximas a los polos.
OTRAS PISTAS
DE LA COMUNIDAD