Los perros y los gatos pueden asociar palabras o sonidos con objetos o eventos concretos. Esto significa que si cada vez que llamas a un gato o un perro por su nombre a continuación recibe algo bueno, como comida, juego o simplemente atención, lo más probable es que acuda raudo cuando pronuncias su nombre. 

Sin embargo, si cuando lo llamas es para cortarle las uñas, darle una medicación que no le gusta o echarle gotas en las orejas, probablemente al oír su nombre huya en dirección opuesta. 

En muchas ocasiones cuando llamamos a nuestra mascota, estas hacen un balance de recompensa. Lo que significa que si lo que tienen entre manos en ese momento es un refuerzo mayor que lo que nosotros le vamos a dar, entonces probablemente no nos hagan ni caso. 

Sí. Todos los gatos que hemos tenido en casa dirigen su atención hacia nosotros cuando pronunciamos su nombre. A veces responden con maullidos. A veces vienen, otras no. En el 2020, adoptamos una gata que apareció en nuestro jardín trasero y le pusimos de nombre Cuarentina. Resultó que la gata había huido de la casa de una vecina que tenía demasiadas mascotas, perros y gatos. 

La vecina la llamaba Olive. Cuando la vecina vino a verla, Cuarentina se escondió bajo la cama. Cada vez que la llamamos Olive, sale corriendo. Al parecer, le gusta el nombre de Cuarentina pero no el de Olive, por asociación a su residencia anterior. 

Una entrenadora de perros me dijo que los perros son capaces de reconocer hasta 600 palabras humanas. A un nivel más científico, cabe preguntarnos si los perros y gatos tienen un concepto del yo asociado a su nombre, como hacemos los humanos. Puede ser que estos animales asocien el sonido de su nombre a una petición de atención por parte de su dueño, pero que no lo asocien a sí mismos.