Las plantas son organismos extraordinariamente perceptivos. Pueden captar diferencias en la intensidad de la luz, percibir cambios sutiles en la composición de la atmósfera, del suelo o del agua, saben si los días se hacen más largos o más cortos, son sensibles a cambios en la temperatura, presencia de herbívoros, son capaces de defenderse de patógenos y parásitos... incluso tienen capacidad de aprendizaje, memoria y anticipación. Todo ello teniendo en cuenta que no tienen sistema nervioso.

Sin embargo, no tienen ningún órgano ni sistema conocido que les permita captar sonidos, y mucho menos, obtener ningún tipo de información de esos sonidos. La planta simplemente crece igual, independientemente de los sonidos que la rodeen. Sin embargo, cuando alguien habla a las plantas de su jardín, normalmente no solo las habla. También las presta atención, las vigila más, las cuida más. Y eso sí tiene efectos positivos en las plantas. Al aumentar la atención en el cuidado, se perciben las señales sutiles que las plantas dan ante determinados factores de estrés (esto es entendido por esas personas como que "la planta les contesta"). Alguien que pasa mucho tiempo con sus plantas aprende rápido a identificar esas señales: si falta agua o tiene demasiada, si faltan nutrientes, si sufre el ataque de un hongo...

Cualquier problema se detecta de forma temprana, se le pone antes solución y permite que la planta crezca más fuerte y sana. Además, cuidar de plantas se ha asociado con una mayor calidad de vida, y especialmente con la reducción de la depresión, la ansiedad y el aumento de la satisfacción con la vida, la cohesión social y el sentido de comunidad.

Fuentes: Soga, M., Gaston, K., & Yamaura, Y. (2016). Gardening is beneficial for health: A meta-analysis. Preventive Medicine Reports.