La quiropraxia (también conocida como quiropraxis o quiropráctica) no solo no es efectiva sino que es una de las pseudoterapias más particularmente dañinas que existen en el terreno de la manipulación corporal.

Sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX, una época en la que apenas se empezaba a entender mejor la anatomía humana y proliferaban todo tipo de charlatanes e iluminados con propuestas supuestamente curativas que atribuían a todas las enfermedades un problema común y les proponía una solución común. En el caso de la quiropraxis, este origen común a toda enfermedad eran supuestas malformaciones de la columna (subluxaciones) que pretendían que bloquearían supuestos flujos energéticos, y que se podían resolver mediante manipulaciones de la columna.

Algunas de estas manipulaciones, como los crujidos de cuello, además de no tener fundamento científico, algunos son manifiestamente peligrosas y han resultado, en no pocos casos, de letales disecciones de aorta o paraplejias. Hay casos famosos de afectados, como el de Kevin Sorbo, quien pasó dos años retirado de la actuación tras una manipulación indebida, o la muerte de la modelo de Playboy Katie May tras la lesión causada por esta falsa terapia.