La renuncia a una herencia (o "repudiación") es posible, sin duda alguna. Su regulación aparece, para el régimen común, en los art. 988 y siguientes del Código Civil. Esta renuncia es libre, voluntaria, no está sujeta a un plazo determinado y es irrevocable. Ha de realizarse en un documento notarial y es posible solo después del fallecimiento de la persona que realiza el testamento. Ahora bien, implica no poder aceptar absolutamente nada de la herencia, pues no se puede aceptar una parte y rechazar otra. El motivo fundamental de renuncia es el evitar hacerse responsable de las deudas hereditarias y, por supuesto, con la renuncia se consigue. Aunque para esa finalidad puede resultar atractiva la aceptación que se conoce como "a beneficio de inventario" que implicaría aceptar, pero solo si existe activo después de cubrir el pasivo (una vez se paguen las deudas, si queda algo... adquirir ese algo).