Los alineadores, llamados invisibles, como aparato de ortodoncia que son, generan movimientos dentarios en distintas direcciones mediante la aplicación de diversas fuerzas sobre los dientes. Estas fuerzas al ejercer presión sobre los dientes también presionan el hueso circundante a cada diente (hueso periodontal) afectado por cualquiera de esas fuerzas. Estas fuerzas y presiones van poco a poco remodelando el hueso y con ello los dientes se van reposicionando al ser movidos.

Si fuerza y presión no son correctamente controladas, pueden, por ser excesivas o descoordinadas, dar lugar no a un remodelamiento óseo, sino a pérdida de hueso. A la larga, esto podría conllevar pérdida de soporte óseo para el diente (o dientes) y en última instancia su pérdida. Antes que eso también pueden producirse infecciones periodiontales y fracturas dentales radiculares.

En definitiva, cualquier tratamiento de ortodoncia requiere el ejercicio de fuerzas y presiones sobre dientes y hueso periodontal, las cuales deben poseer una magnitud y dirección establecidas por un profesional que, periódicamente, debe revisar y modificarse con base a los objetivos y la progresión del tratamiento.