RESPUESTAS EXPERTAS
DE LA COMUNIDAD
2 PISTAS DE PERSONAS CON SUPERPODERES

María de los Ángeles
Experto en física (Física)
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Valoración aportada el 24-03-2025
No, la señal del móvil no puede producir ningún tipo de tumor. Las señales del móvil son de frecuencia muy baja (transportan poca energía) y se clasifican dentro de las ondas de radio y microondas. Dentro del espectro electromagnético se encuentran situadas por debajo de las frecuencias que corresponden a la luz visible y al infrarrojo (la radiación que emiten los cuerpos simplemente por estar a una cierta energía).
Para que la radiación electromagnética pueda producir efectos cancerígenos sobre la salud, necesita tener la propiedad de ionizar la materia, es decir, de arrancar electrones de los átomos e iniciar una cascada de desequilibrios químicos en las células que puedan producir mutaciones y otras formas de daño celular.
Para arrancar estos electrones existe un umbral en energía. La radiación tiene que poder depositar energía suficiente en el medio para poder romper esos enlaces entre el electrón y el átomo. Cuando se habla de ondas electromagnéticas, el umbral de ionización se encuentra en el ultravioleta medio, entre los 200 y los 300 nm, a unas frecuencias en el orden de los PHz, mientras que, las ondas de 5G, por ejemplo, están en el orden de los GHz, es decir, un millón de veces por debajo del umbral de ionización.
Para que la radiación electromagnética pueda producir efectos cancerígenos sobre la salud, necesita tener la propiedad de ionizar la materia, es decir, de arrancar electrones de los átomos e iniciar una cascada de desequilibrios químicos en las células que puedan producir mutaciones y otras formas de daño celular.
Para arrancar estos electrones existe un umbral en energía. La radiación tiene que poder depositar energía suficiente en el medio para poder romper esos enlaces entre el electrón y el átomo. Cuando se habla de ondas electromagnéticas, el umbral de ionización se encuentra en el ultravioleta medio, entre los 200 y los 300 nm, a unas frecuencias en el orden de los PHz, mientras que, las ondas de 5G, por ejemplo, están en el orden de los GHz, es decir, un millón de veces por debajo del umbral de ionización.
JB
Experto en física (Física)
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Valoración aportada el 07-04-2025
Para poder entender por qué las radiaciones electromagnéticas pueden afectar a nuestra salud (y producir cáncer), tenemos que empezar explicando la dualidad onda-corpúsculo, base de la mecánica cuántica. Desde el famoso artículo de 1865 de J.C Maxwell sabemos que existen ondas electromagnéticas y, además, que la luz es una onda electromagnética. Como lo son las ondas de radio, las microondas, los rayos infrarrojos (que, por ejemplo, emite cualquier cuerpo, incluido el nuestro, por el hecho de estar a una determinada temperatura y que percibimos como calor), la luz visible, los rayos ultravioletas (que son los responsables de ponernos morenos, de que podamos producir vitamina D y, si no se toman precauciones, de cánceres de piel), los rayos X, los rayos gamma (ambos muy peligrosos por cancerígenos)…
Unos años después del artículo de Maxwell, en 1900, otro genio de la Física, Max Planck, para poder explicar la relación entre la emisión de radiación electromagnética de un “cuerpo negro” y la temperatura de dicho objeto, tuvo que aceptar que dicha emisión no debía verse como ondas sino como “corpúsculos”: el cuerpo negro emitiría pequeñas partículas de energía. La energía que llevan estas partículas, es proporcional a la frecuencia de la onda: a mayor frecuencia, mayor energía. En 1906 Albert Einstein confirma la hipótesis de Planck al usar la existencia de dichas partículas de energía para explicar la emisión de partículas con carga eléctrica, electrones, por parte de ciertos metales cuando reciben una radiación electromagnética. A esa emisión de electrones se llama “rayos catódicos” y, por ejemplo, se usaban en las antiguas televisiones anteriores a las de plasma. Nota: A las partículas de energía que postuló Planck se les llama ahora fotones.
La frecuencia de las ondas (de las que hablamos y de cualquier otro tipo de onda) se mide en hercios: números de vibraciones por segundo (su símbolo es Hz). A mayor frecuencia, mayor número de hercios y, recordemos, mayor energía del fotón. ¿Cómo arranca la radiación electromagnética electrones del metal? Un electrón que forma parte de uno de los átomos del metal absorbe un fotón de los que forman parte de la radiación electromagnética incidente. Si ese fotón es suficientemente energético (o, dicho de forma equivalente, si la radiación electromagnética tiene una frecuencia lo suficientemente alta), el aumento de la energía del electrón es tal que consigue escapar del átomo y salir “volando” fuera del metal. Una vez entendido todo lo anterior podemos responder a la pregunta inicial. Los fotones de una radiación electromagnética que incide en nuestro cuerpo también pueden ser absorbidos por los electrones que forman parte de los átomos que lo forman. Si dichos fotones son lo suficientemente energéticos hacen que el electrón que los recibe escape del átomo. Como el electrón tiene carga eléctrica negativa, que el átomo pierde al escapar dicho electrón, el átomo queda con carga positiva. A los átomos cargados eléctricamente los llamamos iones. Por eso, a la radiación electromagnética que produce estos efectos se le llama radiación ionizante.
Si este fenómeno de producción de iones se da en átomos de nuestro ADN puede producir mutaciones cancerígenas. Por eso decimos que las radiaciones ionizantes son cancerígenas. Ahora bien, los electrones de los átomos que forman nuestro cuerpo, en particular nuestro ADN, están firmemente atrapados en los átomos (atraídos por el núcleo del mismo), por lo que se necesitan fotones muy energéticos para arrancarlos y producir iones: La radiación electromagnética debe ser de alta frecuencia (recordemos que, a mayor frecuencia, más energía tiene el fotón).
Por ejemplo, la luz visible tiene una frecuencia entre 340 y 770 billones de hercios (recordemos que un hercio es una vibración por segundo, la luz visible más energética, tonos azules, vibra unos 770.000.000.000.000 veces por segundo). Por supuesto, la luz visible no tiene suficiente energía para ser ionizante (si no fuera así, tendríamos todos cáncer pues incide sobre nosotros durante todo el día). Los rayos X sí que son ionizantes y tienen un rango de frecuencias entre 50 y 50.000 veces mayor que la luz visible. Los rayos gamma, mucho más peligrosos, tienen frecuencias decenas de millones de veces mayores que la luz visible. En cambio, los infrarrojos tienen frecuencias menores que la luz visible (de diez a mil veces menores) y, por lo tanto, no son peligrosos: cuando abrazamos a una persona y notamos el calor de su cuerpo no nos produce cáncer.
La frecuencia de la radiación electromagnética que reciben y emiten los teléfonos móviles o emiten los modem wifi es centenares de miles de veces menor que la de la luz visible. Sencillamente, los fotones que forma esa radiación no pueden ionizar un átomo (arrancarle electrones), por lo que no se ve cómo pueden producir cáncer.
Unos años después del artículo de Maxwell, en 1900, otro genio de la Física, Max Planck, para poder explicar la relación entre la emisión de radiación electromagnética de un “cuerpo negro” y la temperatura de dicho objeto, tuvo que aceptar que dicha emisión no debía verse como ondas sino como “corpúsculos”: el cuerpo negro emitiría pequeñas partículas de energía. La energía que llevan estas partículas, es proporcional a la frecuencia de la onda: a mayor frecuencia, mayor energía. En 1906 Albert Einstein confirma la hipótesis de Planck al usar la existencia de dichas partículas de energía para explicar la emisión de partículas con carga eléctrica, electrones, por parte de ciertos metales cuando reciben una radiación electromagnética. A esa emisión de electrones se llama “rayos catódicos” y, por ejemplo, se usaban en las antiguas televisiones anteriores a las de plasma. Nota: A las partículas de energía que postuló Planck se les llama ahora fotones.
La frecuencia de las ondas (de las que hablamos y de cualquier otro tipo de onda) se mide en hercios: números de vibraciones por segundo (su símbolo es Hz). A mayor frecuencia, mayor número de hercios y, recordemos, mayor energía del fotón. ¿Cómo arranca la radiación electromagnética electrones del metal? Un electrón que forma parte de uno de los átomos del metal absorbe un fotón de los que forman parte de la radiación electromagnética incidente. Si ese fotón es suficientemente energético (o, dicho de forma equivalente, si la radiación electromagnética tiene una frecuencia lo suficientemente alta), el aumento de la energía del electrón es tal que consigue escapar del átomo y salir “volando” fuera del metal. Una vez entendido todo lo anterior podemos responder a la pregunta inicial. Los fotones de una radiación electromagnética que incide en nuestro cuerpo también pueden ser absorbidos por los electrones que forman parte de los átomos que lo forman. Si dichos fotones son lo suficientemente energéticos hacen que el electrón que los recibe escape del átomo. Como el electrón tiene carga eléctrica negativa, que el átomo pierde al escapar dicho electrón, el átomo queda con carga positiva. A los átomos cargados eléctricamente los llamamos iones. Por eso, a la radiación electromagnética que produce estos efectos se le llama radiación ionizante.
Si este fenómeno de producción de iones se da en átomos de nuestro ADN puede producir mutaciones cancerígenas. Por eso decimos que las radiaciones ionizantes son cancerígenas. Ahora bien, los electrones de los átomos que forman nuestro cuerpo, en particular nuestro ADN, están firmemente atrapados en los átomos (atraídos por el núcleo del mismo), por lo que se necesitan fotones muy energéticos para arrancarlos y producir iones: La radiación electromagnética debe ser de alta frecuencia (recordemos que, a mayor frecuencia, más energía tiene el fotón).
Por ejemplo, la luz visible tiene una frecuencia entre 340 y 770 billones de hercios (recordemos que un hercio es una vibración por segundo, la luz visible más energética, tonos azules, vibra unos 770.000.000.000.000 veces por segundo). Por supuesto, la luz visible no tiene suficiente energía para ser ionizante (si no fuera así, tendríamos todos cáncer pues incide sobre nosotros durante todo el día). Los rayos X sí que son ionizantes y tienen un rango de frecuencias entre 50 y 50.000 veces mayor que la luz visible. Los rayos gamma, mucho más peligrosos, tienen frecuencias decenas de millones de veces mayores que la luz visible. En cambio, los infrarrojos tienen frecuencias menores que la luz visible (de diez a mil veces menores) y, por lo tanto, no son peligrosos: cuando abrazamos a una persona y notamos el calor de su cuerpo no nos produce cáncer.
La frecuencia de la radiación electromagnética que reciben y emiten los teléfonos móviles o emiten los modem wifi es centenares de miles de veces menor que la de la luz visible. Sencillamente, los fotones que forma esa radiación no pueden ionizar un átomo (arrancarle electrones), por lo que no se ve cómo pueden producir cáncer.
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Benito
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Valoración aportada el 24-03-2025
De momento no hay pruebas sólidas de que la señal de móvil o WiFi cause tumores en humanos. Los teléfonos móviles y las redes WiFi usan radiación "no ionizante", que no tiene suficiente energía para dañar el ADN como lo hace, por ejemplo, la radiación ultravioleta o los rayos X.
Se han hecho miles de estudios, y aunque algunos han encontrado posibles efectos, ninguno ha sido concluyente ni reproducible de forma consistente. Organismos como la OMS y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasifican la radiación de móviles como "posiblemente cancerígena", pero eso también incluye cosas como el café o los pepinillos.
A día de hoy, no hay evidencia científica clara de que el WiFi o los móviles causen tumores. Pero se sigue investigando, por si acaso.
Se han hecho miles de estudios, y aunque algunos han encontrado posibles efectos, ninguno ha sido concluyente ni reproducible de forma consistente. Organismos como la OMS y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasifican la radiación de móviles como "posiblemente cancerígena", pero eso también incluye cosas como el café o los pepinillos.
A día de hoy, no hay evidencia científica clara de que el WiFi o los móviles causen tumores. Pero se sigue investigando, por si acaso.