Posiblemente, la respuesta a esta pregunta está relacionada con la posibilidad de anonimato que ofrecen este tipo de servicios de mensajería, al igual que la viralidad y la facilidad que tiene.

Partiendo por la facilidad, realizar una estafa a través de redes sociales suele involucrar un esfuerzo, por ejemplo, crear un perfil con un contenido que genere confianza en las personas que son nuestro objetivo. Mantener la acción desde dicha plataforma expone perder el perfil e iniciar de nuevo, incluso sin llevar a cabo la estafa al 100%. Abrir una cuenta de WhatsApp es tan simple como tener un nuevo número telefónico y desechar el anterior.

A nivel de anonimato, sistemas de mensajería como Telegram y WhatsApp son más fáciles, partiendo de que la comunicación es encriptada y, se supone, los mensajes protegidos. Tampoco necesitas registrar tus datos personales, conseguir un chip/SIM móvil no es algo realmente complicado. Normalmente, cuando se denuncia una estafa por Whatsapp/Telegram es realmente complicado llegar a un resultado, más allá quizás de reportar el número desde el que se cometió, para que quede en el historial o para bloquearlo.

A nivel de viralidad, la mayoría de las personas suelen reenviar cualquier cantidad de mensajes que le llegan por WhatsApp/Telegram sin siquiera validar la fuente y la veracidad. Una estaba bien construida puede tener un alcance enorme a través de estos servicios de mensajería antes que se pueda llegar a bloquear.