Se sabe que en la Edad Media se fue asentando la costumbre de intercambiar regalos durante las celebraciones navideñas, aunque éstos solían ser de poco valor y éste, eminentemente práctico.
Al principio, no había un día concreto para el intercambio de regalos. Aunque la relación Navidad-Regalos parece sustentarse en la Fiesta de la Epifanía, en la que se recuerda el pasaje evangélico en el que los Magos de Oriente llevaron regalos a Jesús (Mateo 2, 1-12).
Por otra parte, ya antes del cristianismo, era costumbre al final del otoño o principios de invierno, hacer regalos, sobre todo de comida y ropa, dada la escasez propia de esas fechas. Este es el caso de las Saturnalia romanas que se celebraban el 17 y 24 de diciembre.
O el Yule de los vikingos entre el 16 y el 28 de diciembre. Con la conversión al cristianismo de esos pueblos, esta costumbre de los regalos se transformó en un signo del amor fraterno de inspiración evangélica con motivo del nacimiento del Mesías.
A partir del siglo XIII con la extensión de la Orden franciscana y los postulados de San Francisco de Asís (1181-1226) sobre el servicio a los pobres, se acentúa la costumbre de regalar a las personas más desfavorecidas económicamente, coincidiendo con la celebración del nacimiento de Cristo en extrema pobreza en un pesebre (Lucas 2, 1-20).
Muchas de estas tradiciones y su evolución pueden encontrarse en la enciclopédica obra sobre la vida cotidiana en la Edad Media: "The Medieval Household: Daily Living c.1150-c.1450" por Geoff Egan y Frances Pritchard.