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VinQua
Experto en relaciones internacionales (Política)
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Valoración aportada el 29-01-2024
Es una buena pregunta, pero antes necesita algunas aclaraciones:
¿qué queremos decir cuando hablamos de paz?
El concepto de paz se define más como antónimo de guerra que por sí mismo: la paz se entiende comúnmente como ausencia de guerra.
Esto hace que el concepto de guerra sea cultural y socialmente más fuerte que el de paz. De hecho se considera aceptable que para mantener la paz se haga la guerra (preventivamente también: como lo han tristemente enseñado los teóricos neoconservadores estadounidenses en el post 11 de Septiembre)
Si profundizamos en el análisis conceptual de la palabra paz, podemos distinguir dos tipos:
1. paz negativa, entendida como ausencia de violencia o de la guerra
2. paz positiva, entendida como la creación de una sociedad pacífica y, por ende, justa.
Si consideramos la periodización tradicional de la historia humana y nos fijamos mayoritariamente en la edad moderna y contemporánea (del siglo XV hasta la actualidad) notamos que no ha habido nunca un periodo de ausencia completa de guerras o en general de violencia en las relaciones entre estados.
Al contrario, el recurso al uso de la fuerza ha representado la opción privilegiada para resolver las controversias entre Estados; incluso el derecho internacional consuetudinario prevé el uso de la fuerza armada para resolver disputas y lo regolamenta también. Controversias que siempre han existido y siguen existiendo.
Por lo general, el sistema actual de relaciones internacionales se basa en la interacción de los modernos Estados-nación y se caracteriza por la presencia de múltiples organismos internacionales y supranacionales que trabajan para el mantenimiento de la paz.
Como la propia Organización de las Naciones Unidas, que a lo largo de su trayectoria se ha enfrentado a múltiples crisis internacionales y situaciones de conflictos armados - con suerte dispar, hay que reconocerlo.
La Organización de las Naciones Unidas (UN) nace precisamente para favorecer el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. ¿Ha logrado ese objetivo?
Si nos atenemos a los datos desde su fundación en 1945 hasta el día de hoy, la ONU ha intervenido en 70 ocasiones con misiones de peacekeeping/peace enforcement: “La primera misión de mantenimiento de la paz se estableció en 1948, cuando el Consejo de Seguridad autorizó el despliegue del Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua (ONUVT) en el Oriente Medio para supervisar el Acuerdo de Armisticio entre Israel y sus vecinos árabes.” (Fuente: https://www.un.org/es/global-issues/peace-and-security#:~:text=La%20consolidación%20de%20la%20paz,Sierra%20Leona%20y%20Timor%2DLeste)
Si consideramos esas premisas y miramos a la historia de la humanidad y de los conflictos bélicos antes de 1945, podríamos decir que el balance es positivo porque no se ha vuelto a verificar ningún conflicto tan mortífero y extenso geográficamente como las dos guerra mundiales que estallaron en la primera mitad del siglo XX. Sobretodo si pensamos que la Primera y la Segunda Guerra Mundial encabezan la triste lista de las guerras más sangrientas de la historia.
Así que podríamos afirmar que hay un antes y un después de la ONU: y antes del ‘45 ha habido más guerras y más mortíferas.
¿Es posible hacer un balance positivo de la ONU en su afán por el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales? Esta pregunta plantea más dudas que la anterior, reconduciendos a unos resultados más agridulces.
La segunda mitad del siglo XX estuvo plagada de numerosas crisis bélicas y también se caracterizó por la constante y sombría posibilidad de que estallara un conflicto final entre las dos superpotencias implicadas en la Guerra Fría.
Esta tensa situación repercutió negativamente en el (buen) funcionamiento de la ONU y de su órgano más importante, el Consejo de Seguridad. Los miembros permanentes utilizaban su poder de veto para bloquear u obstruir los intentos de la organización de intervenir en las crisis político-militares ue se han producido a lo largo de los años.
Además, tras el colapso de la URSS y el fin del sistema geopolítico mundial bipolar en favor de un sistema más unipolar (con supremacía estadounidense), el sistema de control y funcionamiento del Consejo de Seguridad siguió siendo rehén de los vetos cruzados de los miembros permanentes: como en el caso tristemente acutal del veto a un alto el fuego a Gaza de hace pocas semanas. Así que ni siquiera hoy en día vivimos en un mundo libre de conflictos.
Teniendo en cuenta lo anterior y el estancamiento actual de las instituciones internacionales (en particular la ONU y su Consejo de Seguridad), me gustaría señalar dos caminos a seguir para llegar a un sistema internacional de reglas capaz de mantener la paz: un camino político desde arriba y un movimiento social, por así decirlo, desde abajo.
1) En el plano político, debe imponerse una reforma de la ONU, del sistema de representación en el Consejo de Seguridad y del poder de veto, en favor de una mayor democracia y de un reparto más justo del poder entre los Estados miembros.
2) A nivel social, una revolución cultural global; la única forma de alcanzar la paz es una revolución cultural más que una revolución del actual sistema de naciones.
Un cambio radical en la forma de pensar sobre la paz que parta del ciudadano individual y llegue hasta las instituciones. Una revolución cultural que cambie la forma de pensar sobre la paz: combinando una definición positiva de la paz basada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La paz debe verse también y sobre todo como un derecho.
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